lunes, 12 de abril de 2010

ORIGEN DE LAS ESENCIAS FLORALES

El uso de flores como remedios se remonta a la Antigüedad, cuan­do el ser humano simplemente tomaba los elementos para curarse de la naturaleza. Para hablar sólo de Occidente —pero sin olvidar, desde luego, los pueblos precolombinos ni otras culturas—, el uso medicinal de las flores abarca desde Hipócrates, pasando por Para­celso, Samuel Hahnemann, Rudolf Steiner, hasta llegar a Edward Bach, quien con su descubrimiento reactualiza este método de sa­nación para el hombre moderno, el cual ha perdido el contacto con lo natural y por lo tanto, también con su esencia.

Nos encontramos en los albores del siglo XXI, asistiendo a dos realidades paralelas: por un lado, una sofisticada tecnología de desarrollo exponencial y por el otro, una búsqueda que apunta al reencuentro del ser humano con la naturaleza.

En el área de la botánica, las flores constituyen el exponente más acabado del reino vegetal. Ellas son portadoras seguras y fecundas que mantienen el ciclo de fertilidad en la Tierra y la continuidad de todo un ecosistema de vida. Cada flor cumple su período y se renueva en sí misma, a través del proceso reproduc­tivo. Presentan diferentes formas, colores y aromas, e incluso podríamos afirmar que "hablan un lenguaje": un idioma floral propio y cargado de mensajes que quieren comunicarnos son, en realidad, sólo bellas mensajeras de alguien?—. Esto se comprueba en el hecho de que el ser humano las utiliza intuiti­vamente para expresar sentimientos y estados de ánimo: en Occidente, los azahares representan la pureza; las rosas, la pa­sión y lo Crístico, mientras que en Oriente, las violetas simbolizan la humildad; las margaritas, la sencillez; los nenúfares, la trans­formación, siendo también expresión de la Divinidad. Además, el templo, el altar, las bodas, el comienzo y el fin de la vida se ornamentan con flores.

Terapia con Flores de Bach

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